El mercado de la Edad Media, una de las principales atracciones de este fin de semana en la ciudad, ha vuelto a inundar el Paseo del Huécar de color, fragancias de especias, melodías de época y puestos de artesanía. No obstante, no todo es positivo para aquellos que dan vida a él. Algunos vendedores manifiestan a El Digital de Cuenca. Su incomodidad por la mezcla de altas temperaturas y la multitud de eventos programados en el mismo día de este domingo, lo que, según ellos, impide que los visitantes se detengan a comprar.
«Estamos achicharrados, y lo peor es que la gente pasa deprisa, va corriendo de un puesto a otro y se para en los puestos», comenta Clara López, artesana de cuero venida desde Toledo. «Hemos tenido años muy buenos, pero este no lo está siendo. «Mucha decoración y mucho espectáculo, pero poca venta o ninguna».
Las temperaturas, que han rozado los 33 grados en las horas centrales del día, han obligado a muchos comerciantes a improvisar toldos, rociarse con botellas de agua e incluso cerrar durante algunas horas. «Es imposible trabajar así». A la hora de comer no hay un alma en la calle. Y cuando empieza a refrescar, todo el mundo se va a las terrazas y a los lugares de copas. «No están comiendo las horas muertas», lamenta Pedro Pablo Martínez, que vende juguetes de madera.
Pese a las quejas del sector comercial, muchos turistas consultados destacan el ambiente único del mercado, aunque reconocen que el calor es un factor limitante. «Venimos todos los años, y la verdad es que nos encanta, pero esta mañana hemos tenido que refugiarnos varias veces en bares con aire acondicionado», admite Eva Bermejo, una visitante de Valencia. «Aun así, merece la pena. Es precioso y muy animado».
Algunos, como una pareja francesa que viaja por España en autocaravana, afirman que este tipo de acontecimientos les fascina particularmente. «Nos agrada observar cómo la ciudad cambia con estas celebraciones medievales.» «Es genuino, muy atractivo», afirman, aunque no decidieron adquirir nada «debido a que íbamos muy cargados y hacía demasiado calor para llevar bolsas».
La mayoría de los vendedores del mercado piden una redistribución más equilibrada de los eventos programados a lo largo del día. «No es normal que un domingo por la mañana haya una carrera, un evento musical«, comenta Daniel Pérez, que regenta un puesto gastronómico. Echamos en falta «mayor atención a las necesidades de quienes están al pie del cañón durante toda la jornada».
«Si no vendemos, no volvemos. «Así de claro», concluye Patricia mientras ajusta el toldo improvisado de su puesto, esperando que cuando caiga el sol, también lo hagan las prisas por comprar.