Jesús, el último ebanista artista de Cuenca que regaló sus lámparas a San Isidro

De los pisapapeles de 23 centímetros a las lámparas de 140 kilos

Sus manos, su mirada clara, su voz pausada, su mesa de carpintero, el olor a serrín, los cinceles… Todo en Jesús Ruiz es un reclamo para revivir a cualquier precio un arte desgastado, como él, con el paso de los años. Empezó estudiando el oficio de la ebanistería a los 14 años y tiene 79. Toda una vida, incluyendo la jubilación, con la única diferencia de que ahora «ya sin callos».

«Esto lo hago por capricho, tengo tiempo y madera, me entretengo», expresó nada más empezar cruzar unas palabras. Adentrarse en su nave del Polígono La Cerrajera significa, como piensa él, «explayarse, sacar todo lo que uno tiene dentro». Las lámparas de madera, talladas a mano, cuelgan del techo industrial como vigilantes del tiempo, pues son cabezas de dragón el motivo que más se repite en sus diseños. «Lo primero que hago es dibujarlas, no te puedes poner a ver que sale, hay que hacer bocetos», y empezó a explicar paso a paso todo el proceso creativo.

Jesús Ruiz/ Néstor Robaina

Buscando entre sus apreciadas pertenencias sopló el polvo de las portadas de dos ejemplares, «Dragones del mundo» y «Secretos de los dragones», que habían sido su inspiración y desveló la causa: «Porque es fantasía, el dragón ha sido un animal que no ha existido, mitología, y las curvas son largas, varían las cabezas, luego te pones a hacer un dinosaurio y los cuerpos no se adaptan, ya lo ven los chinos» (risas).

Empezó haciendo cabezas de dragón de 23 centímetros, de pisapapeles, pero al dibujar uno le salió la boca más grande y pensó que podía ser una cabeza de una lámpara. Eso sí, de madera de nogal, una calidad que «no hace falta camuflar con barniz y color».

EL SUEÑO QUE PODRÍA SER

Entre tablas y virutas discurre el oficio, pero su espíritu emprendedor y de negocio le ha llevado a desarrollar algunos contactos con Miguel Ángel Albares, el director de la Catedral de Cuenca, para colocar una de sus lámparas en la biblioteca del Seminario Conciliar de San Julián o donde se precise (llegó a soñar con la puerta del Convento de la Puerta Valencia tras su restauración por el incendio).

«Esa de ahí, ¡regalada!», enfatizó señalando los 140 kilos que pesan los dragones y que habían costado un año de su vida, pero cuantificaba en cero euros. A estas alturas no le importan nada las métricas y ratios de conversión.

Jesús Ruiz/ Néstor Robaina

Llama la atención la gran cantidad de herramientas que maneja. «No son tan buenas como las que tenía Marco Pérez (ja, ja, ja), nada más hay que coger esto y darle todo el rato para que saque las curvas. ¡Toma, levántalo! Son casi 10 kilos. Ahora quiero hacer una hidra» e hizo referencia a las criaturas mitológicas de agua con forma alargada.  

LA REALIDAD QUE YA ES

Junto al camposanto de los ilustres conquenses, donde están enterrados Marco Pérez, Fernando Zóbel, Federico Muelas, al atravesar la verja y entrar en la ermita se identifica perfectamente la estética de Jesús Ruiz aquí y allá. En 2018 la lámpara de ocho brazos con emblemas de arado y piezas agrícolas en el coro, además de las peanas para las imágenes de San María de la Cabeza, el Corazón de Jesús y la Milagrosa. En 2019 seis apliques de nogal a juego con la lámpara. En 2021 el Sagrario y el Baldaquino, coronado con la cúpula de San Pedro, y el ambón para las lecturas. En 2022 la puerta de la Sacristía de 1,86 de altura con vigas de más de cuatro siglos procedentes de la Casa de Girón (Museo de Semana Santa) con sus gambas y forjas, sin un solo clavo. En 2023 el frontal del coro con 30 balaustres y uno central más ancho, con motivos renacentistas y el arado del santo. Y en 2024 la lámpara de gárgolas con 8 brazos frente al retablo de la nave principal.

«Este hombre es un artesano ebanista de los pocos que quedan ya, todo está hecho a mano, si observas ves que uno por uno todos los dibujos tienen alguna diferencia, si lo hubiera hecho una máquina serían todos iguales», explicó el presidente de la Hermandad de San Isidro, Florián Belinchón tras abrir sus puertas al periódico El Digital de Cuenca.

«Nosotros le dijimos a Jesús: pero si no tenemos dinero para pagar todas estas cosas… Y nos contestó: no, no, no, si os lo voy a regalar. ¡Madre mía, un agradecimiento total! La puerta fue el colmo», exclamó con admiración, quien entiende que sus lámparas podrían quedar bien en alguna capilla de la Catedral: «Le quedan aún años de vida, pero el día que desaparezca le apetecerá tener todo en su sitio».

En palabras del maestro artesano: «Estoy soltero, así que aquí se acaba», lamentó sin darle más importancia. Pero Jesús Ruiz Villalba, el último ebanista artista de Cuenca, ya ha dejado su particular huella en el arte y sus reconocidas escamas en la madera permanecerán imborrables a través de generaciones conquenses.

Jesús Ruiz/ Néstor Robaina

Almudena Collado

Redactora de El Digital de Cuenca. Nacida en Cuenca. Más de 10 años de experiencia en medios de comunicación en radio y televisión como Cadena COPE, CMM y profesora de Onda Radio en Universidad Francisco de Vitoria.
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