Es típico en los pueblos de la provincia de Cuenca tener gallinas en los corrales con los que cuentan las casas, algo que también sucede en los propios barrios de la capital. Se buscaba así tener huevos frescos todo el año de la manera más natural posible.
Un hecho que puede continuar, pero que necesita regularizarse tras la normativa que implica los siguientes puntos:
- Registro obligatorio: Todas las explotaciones avícolas, incluidas las de autoconsumo, deben inscribirse en el Registro General de Explotaciones Ganaderas (REGA). Es un trámite sencillo, en este enlace encontrarás más información sobre cómo hacerlo paso a paso.
- Medidas de bioseguridad: Se deben cumplir requisitos básicos de higiene y control sanitario, independientemente del tamaño de la explotación.
- Equipamiento mínimo: Se exige la disponibilidad de infraestructuras que garanticen el bienestar animal y minimicen riesgos sanitarios.
- Responsabilidad sanitaria: Los propietarios deben implementar protocolos de vigilancia, notificar cualquier sospecha de enfermedad y colaborar con las autoridades veterinarias.
Para registrar tus aves debes hacer la inscripción en el Registro General de Explotaciones Ganaderas (REGA), cada explotación registrada recibe un número único. Se tienen que proporcionar datos básicos como la ubicación exacta del corral y el número aproximado de animales, así como declarar el uso destinado, en este caso, autoconsumo, ya que no pueden comercializarse al no haber pasado ningún control sanitario.
Las condiciones de sanidad deben ser la de de tener accesos controlados para evitar la entrada de personas no autorizadas, una limpieza regular del gallinero y desinfección de utensilios y áreas comunes, disponibilidad de agua limpia y alimento seguro para las aves y protección contra aves silvestres y otros animales que puedan actuar como vectores de enfermedades.
En caso de sospecha de enfermedades graves, se debe notificar inmediatamente a los servicios veterinarios oficiales.
En cuanto a las infraestructuras, el espacio debe ser suficiente para su bienestar, respetando los parámetros mínimos de densidad animal, poseer zonas de sombra y resguardo frente a inclemencias climáticas, comederos y bebederos en condiciones óptimas y manejo que evite el sufrimiento innecesario de los animales.
A todo esto obliga la norma, que en caso de no cumplirla, tiene sanciones, y según la Ley 8/2003 de Sanidad Animal, las multas pueden oscilar entre:
- Infracciones leves: desde 600 hasta 3000 euros.
- Infracciones graves: multas aún mayores si hay riesgo sanitario real.
Además, en caso de brotes de enfermedades, el incumplimiento puede derivar en la obligación de sacrificar a los animales afectados y asumir los costes correspondientes.
Por lo que se puede seguir disfrutando de gallinas y sus huevos en Cuenca y en el resto de España, pero ahora con responsabilidades a cumplir.