Tomar una bebida en la calle con los amigos no parece que sea en la actualidad el mejor momento para pasar desapercibido. Lo que antes parecía una reunión de poca monta al aire libre para despejarse un rato se ha convertido en un fenómeno social con connotaciones poco halagüeñas debido a que, en la mayoría de las ocasiones, acaba resultando una molestia para los vecinos por el exceso de ruido o los restos de basura. Con mayor motivo si la fiesta se alarga hasta altas horas de la madrugada. Así es como se ha llegado en Cuenca a pergeñar la ordenanza contra el botellón publicada el pasado 5 de mayo en el Boletín Oficial de la Provincia.
En aras de proteger la salud pública, el descanso de los vecinos, el medioambiente y la convivencia en zonas como Plaza de España, Parque del Huécar o Huertas de la Alameda las sanciones económicas se prevén entre los 750 y los 3.000 euros, además de que los agentes policiales podrán retirar bebidas y materiales usados. Poca broma también para los padres o tutores porque serán responsables por infracciones de menores a su cargo.
Entre los expertos consultados por este periódico hay variedad de opiniones. José Remo Fernández, profesor de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales, comenta que tanto el término “botellón” como la vieja “litrona” son “demonios populares” o “pánicos morales”. Pero lo que todavía no se ha hablado lo suficiente es cómo va a afectar esta ordenanza a las fiestas más aclamadas de la ciudad porque pone en jaque la próxima fecha señalada en rojo en el calendario de todo conquense: San Mateo. El mes de septiembre llegará más pronto que tarde y habrá que ver cómo afrontar una de las regulaciones más recientes que afecta de lleno al modus operandi de las peñas.
Con la ordenanza del botellón, cuyo expediente llevaba paralizado desde el año 2022, el Partido Popular supone “un beneficio para la convivencia de la ciudad” ya que responde a una necesidad. Así lo afirma la concejal del Grupo Popular en el Ayuntamiento, Beatriz Jiménez, quien recuerda que se aprobó por unanimidad en el pleno de abril y que el concejal de la materia ya dijo en su momento que “no haría excepciones”. Ahora bien, en fiestas tan importantes para Cuenca como puede ser San Mateo “va a ser difícil”, advierte. “Imagino que tendremos que poner encima de la mesa todo lo que haga falta para hacer que se cumpla la ordenanza, pero es responsabilidad del equipo de Gobierno sentarse con los agentes sociales afectados para llevarla a cabo”.
Está claro que los vidrios y los vómitos no son de recibo ni para conquenses ni para turistas, no obstante, el disfrute que une a las personas y hace comunidad seguirá siendo un bien para proteger. La tradicional zurra y el calimocho típicos de estas fiestas parten con ventaja en la disputa civil y política.
Por su parte, el Colegio de Ciencias Políticas y Sociología de CLM analiza para El Digital de Cuenca la ordenanza señalando que se trata de un “fenómeno de socialización juvenil” en respuesta a su precariedad económica, la falta de alternativas culturales y el encarecimiento del ocio privado. Y, aunque valora favorablemente que la ordenanza contemple medidas sustitutivas de sanciones como cursos formativos o trabajos en beneficio de la comunidad, reconoce que conlleva sensibles implicaciones para las tradiciones festivas de Cuenca pues algunos puntos “pueden entrar en conflicto”.
Así, entiende que queda en manos de las autoridades municipales “un margen de discrecionalidad elevado” para su aplicación y puede provocar “un choque cultural entre la regulación institucional y la vivencia popular de la ciudad”. En definitiva, el Colegio advierte del “impacto negativo” que puede tener dicha norma municipal en San Mateo en caso de no trabajar en una «adaptación cultural», ya que estaría en juego la “pérdida de capital simbólico de Cuenca como ciudad festiva y abierta”.
“Equilibrio, sensibilidad cultural y visión social” son las tres claves que indica el Colegio como parte del reto político y social.